lunes, 11 de abril de 2011

Ciencias y letras.

     Por algún motivo que desconozco actualmente se sigue creyendo que las personas que tienen más facilidad para las matemáticas o la física son más inteligentes que las que no la tienen. Es una idea que se implanta bien en los colegios e institutos. Cuando los niños en bachillerato eligen entre la rama de ciencias o la de letras es normal oir de boca de un profesor "el que vale vale, y el que no pa' letras" No se considera inteligente sin embargo a una persona que tenga una gran capacidad para el deporte, que implica una visión de juego de la que yo siempre he carecido (para mi desgracia), a alguien que tenga un gran talento para la música (que suele ir asociado a la facilidad para aprender idiomas) o a una persona a la que se le den especialmente bien las asignaturas como literatura o historia, que suelen tener una gran capacidad de expresión de la que muchas veces carecen los científicos que luego son los que enseñan ciencia en las universidades, para desgracia de los estudiantes.

     Así, los estudiantes de ciencias se creen más inteligentes que los de letras, tanto que una persona que tiene capacidades en ambas ramas suele estudiar ciencias aunque sepa de antemano que va a estudiar música. Este complejo de superioridad muchas veces se observa incluso dentro de la propia ciencia. La química orgánica, por ejemplo, es una asignatura que suele tener una alta proporción de suspensos, así que la gente a la que se le da bien muchas veces adopta ese mismo complejo de superioridad entre sus compañeros de carrera.

     Lo malo es que este complejo rara vez desaparece con la madurez. Ésta soberbia suele llevar a la rivalidad entre departamentos en el caso de que se de dentro de una misma ciencia. Pero cuando se extiende ya al ámbito de las ciencias y las letras el resultado es el desprecio entre profesionales. Los científicos son, por ejemplo, el único gremio capaz de pedirle a un periodista, por muy especializado que esté, que le envíen un artículo divulgativo sobre su trabajo para revisarlo antes de publicarlo. Y también son capaces de utilizar en una entrevista un vocabulario más técnico que el que usan en el propio laboratorio, por dárselas de sabihondos. Y os podéis imaginar como le sienta eso a los periodistas, que luego son los que var a dar a conocer el trabajo del científico a la sociedad.

     Nadie sale beneficiado de esta situación, pero desde luego el que peor sale es el científico, primero porque vive engañado y luego porque la ciencia es muchas veces subvencionada por el estado y necesita que la sociedad conozca los beneficios de ese gasto de dinero.

     En mi asignatura "periodismo científico en radio" he tenido que escuchar varios programas en los que entrevistan siempre a científicos con carreras espectaculares que derrochan una humildad que llama la atención. Así da gusto. No será casualidad que los periodistas recurran a ellos y no a otros. Os dejo el enlace del programa de mi profesor "a hombros de gigantes" que está pero que muy bien.

     Recomiendo a todo el que interese el tema la lectura de "La Razón Estrangulada" de Carlos Elías, de donde salen muchas de estas ideas. En la imagen un libro del master que me está encantando.

martes, 5 de abril de 2011

Cine Club Universitario.



     Como soy una friki del 15 para según que cosas, no me gusta muchísimo ver las películas dobladas al castellano. Como me he propuesto hacer solo cosas que me gusten muchísimo, desde que vivo en Almería solo voy al cine a ver películas cuya versión original es en castellano, o al cineclub. Es casi todos los jueves en el Teatro Apolo. No se ve muy bien y las películas suelen ser más bien tirando a raras, aunque he tenido el placer de ver, por ejemplo, una sesión doble de Peter Sellers, presentada por Paco Calavera (humorista almeriense que protagoniza el vídeo de arriba), donde pusieron primero "El guateque" y luego "¿Teléfono rojo? volamos sobre Moscú" Fue un aunténtico lujo.

     El jueves pasado fui con mi amigo Manuel y vimos una película dirigida por Banksy, un grafitero inglés famosísimo por su obra, aunque su identidad parece que es un misterio. La película era graciosa, aunque pretende hacer una crítica sobre el mercado del arte contemporáneo intentando que el espectador tome como cierta una historia que no hay por donde cogerla. O sea, la película es una basura, pero conoces algunos grafiteros bastante buenos, ves como trabajan por la noche, hay escenas de persecuciones donde dejan a varios policias en ridículo, reacciones de la gente cuando ve las pintadas al día siguiente... Bastante curioso. Para terminar os dejo las pintadas que hizo en el muro de Palestina, que fue en realidad lo que más me gustó.