viernes, 24 de junio de 2011

Jesucristo y la tensión superficial.

Aquarius najas ?

     Hace unos tres años, siendo yo estudiante de química, mi profesor de química física avanzada nos mandó un ejercicio. Estábamos estudiando el tema de tensión superficial, y dijo "quiero que me expliquéis porqué es imposible que Jesucristo anduviera sobre las aguas del mar muerto". A lo que añadió "Bueno, que nadie se ofenda, solo es un ejercicio"

     La tensión superficial de los líquidos es un fenómeno que, entre otras muchas cosas, permite a algunos insectos caminar sobre el agua. En un vaso de agua todas las moléculas están completamente rodeadas de otras iguales, con las que interaccionan chocando, cambiando así energía entre ellas. Pero las moléculas de la superficie solo están rodeadas por las moléculas que tienen debajo, así que solo interaccionan con éstas. Es como si hubiera un barril enorme lleno de bolas de billar que vibraran y chocaran entre ellas. Las de debajo estarían más quietecitas porque chocarían unas con otras enseguida y no se moverían mucho, pero las bolas de arriba se moverían más por no tener otras bolas encima que paren el golpe. Así, las moléculas de la superficie tienen una energía superior al resto.Y como todo tiende a su estado de menor energía, el líquido siempre tiende a tener la menor superficie posible, motivo por el cual, por ejemplo, las gotas de agua son esféricas.

     Bien, lo que buscaba mi profesor (Paco Ortega, muy buen profesor, por cierto) era que calculáramos aproximadamente la tensión superficial de un agua muy salada, y dijéramos cuanta presión podría llegar a soportar, y que comparásemos esa presión con la que ejerce un varón adulto caminando descalzo (quiero decir, teniendo en cuenta que no iba sobre unos esquíes acuáticos)

     Este fue, a grandes rasgos, el ejercicio que entregué:

     "Demostración de que Jesucristo nunca anduvo sobre el Mar Muerto"

     El Mar Muerto es el de mayor concentración salina. Esto hace que sea también el mar de mayor densidad, por lo que es sencillo flotar sobre él (claro que haciendo el muerto, nunca caminando sobre sus aguas) Esta característica hace que sea un error común que la gente piense que Jesucristo anduvo precisamente sobre las aguas donde más fácilmente se flota, quitándole así mérito a su hazaña. Sin embargo esto es algo que nunca pasó, dado que Jesucristo no anduvo sobre las aguas del Mar Muerto, sino sobre las aguas del Mar de Galilea, que en realidad no es un mar, sino un ensanchamiento del río Jordán que, de hecho, es de agua dulce.

     Nunca nos entregó el ejercicio corregido, ni tampoco comentó nunca nada sobre el mismo conmigo, eso sí aprobé la asignatura ese año y me saluda muy sonriente siempre que tiene oportunidad.

miércoles, 22 de junio de 2011

Nombres artísticos. Hoy: Paracelso.

demencia

     No os penséis que eso de los nombres artísticos lo inventó Marisol (Josefa Flores González), ni siquiera el Greco (Domenikos Theotokopoulos), aunque sospecho que más que de un nombre artístico se trate de un mote otorgado por sus vecinos de Toledo. Ya anterior al Greco tenemos el caso del gran, grandísimo Paracelso. Médico, mago, alquimista y filósofo alemán es otro ejemplo de celebridad que estudió tanto ciencias como letras. Lo malo es que estaba un poco mal de la azotea. Y es que nunca hubo genio sin un poco de demencia. Se hacía llamar Paracelso que significa "superior a Celso", un célebre médico romano del siglo I.

     Era uno de los personajes favoritos de mi profesor de Historia de la Química. Recuerdo que en el examen hizo varias preguntas sobre él. Una de ellas fue ¿Recuerdas su nombre completo? Yo contesté correctamente "No, no lo recuerdo" Y digo que respondí correctamente porque lo que se me preguntó es si yo recordaba o no su nombre. Me quedé con ganas de escribir "No, no lo recuerdo, pero me pregunto como va a evaluar usted si mi respuesta es correcta o no, dado que pregunta algo que desconoce" Pero no se porqué no lo hice.

     El nombre completo de Paracelso era Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus von Hohenheim. En la imagen algo que echo terriblemente de menos.

martes, 14 de junio de 2011

Entropía.


     Siempre me ha encantado esta palabra. Y también el concepto. Tengo la manía de hablar de ella como si todo el mundo supiera lo que significa, y a veces creo que es así, porque nunca nadie me pregunta ¿y eso que es? Bien, pues voy a contarlo aquí porque me apetece muchísimo, y como este es mi blog pues escribo lo que quiero.

     La entropía, que se representa con la letra S, es la tendencia natural al desorden que existe en el universo a todos los niveles. Hay gente que se pasa la vida luchando contra ella y gente que se rinde a su poder y la deja actuar libremente. Por ejemplo, tu puedes dedicar una mañana a ordenar tu armario pero ¿por qué? ¿por qué no basta con ordenarlo una vez? ¿acaso te levantas un día y dices "voy a desordenar el armario que hace mucho tiempo que está ordenado"? ¿verdad que no? Pues así con todo. Puedes sacar pasta de dientes de un tubo, pero no la puedes volver a meter, puedes deshacer un terrón de azúcar con las manos, pero no puedes hacer que vuelva a su forma.

     También es así a nivel molecular. Hay reacciones químicas que no se dan simplemente porque requieren un orden que el universo no está dispuesto a aceptar. Es tan importante que protagoniza ni más ni menos que el segundo principio de la termodinámica, que puede enunciarse de varias formas. Ésta es la que más me gusta para esta entrada:

    "En un sistema aislado, ningún proceso puede ocurrir si a él se asocia una disminución de la entropía total del sistema"

     Así que ya lo sabéis, el Universo sólo admite orden a cambio de un desorden mayor. Así es la vida, majetes.

     Os dejo un homenaje de los Sipmson a esta ley. Hay que aclarar que la máquina del movimiento perpetuo no puede existir según el segundo principio de la termodinámica.



   

jueves, 2 de junio de 2011

El rincón de las panochas.

     Esta mañana iba en el coche con mi compañero de piso y amigo Antonio Valverde camino a la óptica. La conversación ha sido la siguiente:

Anto: Hoy va a llover mucho, fíjate como está en rincón de las panochas

Yo: ¿El rincón de las qué?

Anto: Esas montañas de delante, ese es el rincón de las panochas, cuando hay nubes ahí es porque va a llover con ganas.

Yo: Primera vez que escucho cosa semejante.

Anto: Pues si tienes tiempo mira en internet a ver que encuentras y haces una entrada de blog.

     Bien, aquí está la entrada. He encontrado, no sin esfuerzo, una página bastante curiosa sobre meteorología popular. Pero sin duda lo mejor de la página es un comentarista que habla de su abuela almeriense y sus predicciones meteorológicas. Copio la que se refiere a al rincón de las panochas:

     "Tronarrera en el rincón de las panochas,prepara legones y espiochas". El rincón de las panochas es aquel en el que confluyen la sierra de Gádor y Filabres. Legones y espiochas son las herramientas utilizadas para hacer barreras en boqueras o cauces que vienen desde el río para encauzar el agua.

     También he encontrado una referencia en un reportaje de Antonio Sevillano publicado el año pasado por el diario "El Almería". Habla de aquel 11 de septiembre de 1891, cuando cayó una manta de agua en Almería que inundó la ciudad y se cobró la vida de 14 personas.

    De lo que se entera una, oye.

miércoles, 1 de junio de 2011

De cómo desmontar la gran farsa de la Homeopatía con el número de Avogadro.


     La homeopatía es una pseudociencia de la medicina alternativa que no tiene base científica alguna. Fue desarrollada a principios del siglo XIX por el médico Samuel Hahnemann como una alternativa a la medicina de la época, en la que se utilizaban la sangría y la purgación como herramientas principales. Se basa en fundamentos filosóficos como "la ley de similitud" enunciada por Hahnemann, que dice que los mismos síntomas que provoca una sustancia tóxica en una persona sana pueden ser curados por un remedio preparado con la misma sustancia tóxica. Esta ley se toma como axioma en homeopatía, sin haberse demostrado científicamente.

     A pesar de esto más de 10.000 médicos utilizan en España técnicas relacionadas con la homeopatía, como ha publicado recientemente en diario ABC. No es la única publicación sobre la homeopatía estos días. Y es que la revista Nature, una de las publicaciones científicas de mayor influencia, sino la más influyente, publicó hace dos días en su edición digital una entrevista con Edzard Ernst que fue en su día "el primer catedrático del mundo de medicina alternativa". En la entrevista Ernst carga contra lo que juzga una carencia de pensamiento científico entre los practicantes de su campo, desacreditando además la homeopatía como "bastante inútil".

     Y no es de extrañar, dado que los remedios homeopáticos se preparan diluyendo progresivamente una sustancia y sacudiendo repetidas veces la disolución. Y además dice que, cuanto más diluida está la sustancia, más potente se considera. De hecho la dilución de llama "potenciación". Esto va en contra de los principios de la medicina y la bioquímica. Vamos a poner un ejemplo, para ver en que consiste.

     Si consideramos que la sustancia que debe tomar el paciente para curarse es el bicarbonato sódico. Tomamos 84 gr de la sustancia, y la disolvemos en 1 litro de agua. Sabemos que el peso molecular de la sustancia es 84, lo que significa que en 84 gr de bicarbonato hay un mol de moléculas de bicarbonato, así que habrá 6,022×1023 moléculas de bicarbonato diluidas en un litro de agua. Ahora tomamos un mililitro de ese litro de agua, y lo añadimos a 10 litros de agua, por lo que en este nuevo litro de agua habrá 66,022×1019 moléculas de bicarbonato. Si repetimos esta operación sucesivamente llegaremos a un punto en el que tendremos menos de una molécula de bicarbonato por cada litro de agua, lo que significa que ingiriendo un litro entero de la medicina, será una casualidad que lleguemos a tomar una molécula de la sustancia.

     Los remedios homeopáticos se preparan de tal forma que con 9 o 10 diluciones ya se llega al límite donde hay menos de un molécula de sustancia en el frasco, y sin embargo realizan como mínimo 12 diluciones, y pueden llegar incluso a las 30. Y ante tal evidencia empezaron a hablar de que "la memoria del agua" que, dicen, mantiene propiedades de sustancias con las que ha estado en contacto. Mal nos iría si el agua de los pantanos recordara su recorrido anterior. Es imposible que los remedios homeopáticos funcionen más allá del "efecto placebo", ese que dicen puede quitar el dolor de cabeza por tomar una pastilla sin ningún principio activo, por el simple hecho de que tú piensas que te has tomado una aspirina.