viernes, 12 de agosto de 2011

Mi pueblo.


     Cuando cualquier persona dice algo como "Este fin de semana me voy a mi pueblo" se refiere normalmente, no al pueblo donde ha nacido, sino al pueblo donde nació uno de sus padres, o alguno de sus abuelos. Es así también el sitio donde se suelen pasar las vacaciones de verano y las de navidad. Siguiendo esta definición, siempre he dicho que mi pueblo es Madrid. Esto ha debido de causarme un trauma infantil o algo así, que hace que para mí no haya nada más divertido que las fiestas de un pueblo, pero de los de verdad. Turronera debería ser. Igual me lo tengo que plantear.

     He pasado los dos últimos fines de semana en Tahal, un pueblo fantástico que hay en la sierra de los filabres. La familia de mi amiga Estela y la de mi amigo Isi son de allí y mi pandilla de la carrera y yo lo frecuentamos al menos dos veces al año desde que nos conocimos en 1999. A veces digo que es mi pueblo y como a mi madre no le hace gracia (supongo que por la falta de vínculo familiar) ahora dice que mi pueblo es Pelahustán.

     Pelahustán es un pueblo de Toledo donde nacieron los padres de mi abuela Isabel. Tenían en ese pueblo la cristiana y fea costumbre de poner a los niños el nombre del santo del día de su nacimiento, con lo que mi abuela tenía, por ejemplo, un tío llamado Petronilo (que murió tras ganar un concurso de comer tocino), aunque mis bisabuelos tuvieron la buena estrella de llamarse Alejandro y Andrea. Pero como a mí nunca me han llevado, pues no puedo decir que ese sea mi pueblo.

     Con esto de la crisis se me ocurre que, en lugar de irnos a buscar trabajo a Alemania, podíamos irnos todos mis amigos parados (o becados, o malvivientes) y yo a repoblar un pueblo de esos que regalan casas y tierras, e intentar levantar este país desde dentro. Así mis hijos tendrían claro cual es su pueblo.

     En la imagen Isi y Estela bailando un pasodoble en las fiestas de Tahal.