lunes, 28 de noviembre de 2011

En defensa de la química.

Playa de Los Muertos         
     A lo largo de este año 2011 (año internacional de la química, que fue clausurado hace dos semanas) he seguido varios programas de divulgación científica. Hace poco he descubierto en twitter uno buenísimo llamado Escépticos. Una de las cosas que hacen en este programa es entrar en una clase de instituto y preguntar a los alumnos sus opiniones sobre asuntos como la homeopatía o el horóscopo. Viendo estas conversaciones me he dado cuenta de algo que no me hace ninguna gracia: la palabra "química" se utiliza como antónimo de natural, y la palabra natural como sinónimo de saludable. En realidad no es algo que me haya pillado por sorpresa, ya a principios de año Bernardo Herradón hablaba del desprestigio de la química en el programa "A hombros de gigantes" Pero no era consciente de que fuera tan brutal.


     Mi profesor de historia (o el ya cien veces nombrado en este blog) contaba que la primera reacción química controlada por el hombre fue el fuego. Porque el fuego no es otra cosa que una reacción donde se oxida una sustancia combustible (madera, carbón, petróleo o cualquier cosa susceptible de ser quemada) con el oxígeno del aire. Así que, por si no lo sabíais, cada vez que hacéis una paella en el campo, u os freís un huevo en la cocina, estáis trabajando con reacciones químicas y a la vez es algo de lo más natural (o así lo veo yo). Sin embargo comer carne cruda no conlleva una manipulación química del producto y no es saludable, o al menos a la digestión no ayuda.


      Se me ha ocurrido un ejemplo bastante ilustrativo y espero que nada confuso: el petróleo. El petróleo es una mezcla de compuestos orgánicos que se extrae directamente de cavidades subterráneas, luego es un producto de lo más natural. La gasolina es una de las fracciones del petróleo, y el tratamiento para separarla del crudo es la destilación, que no es un proceso químico, sino físico, dado que no hay cambio en la composición del producto, solo separa unos componentes de otros. Así que la gasolina es un producto natural muy demandado, útil y también contaminante (no en sí mismo, sino gracias al uso que hacemos de ella).


     La empresa Bio Fuel System va a instalar el primer campo biopetrolífero de España en Carboneras. Tengo que decir que los almerienses suelen llamar a este municipio "el pueblecico" porque aseguran que su nombre trae mal fario, pero como soy una escéptica yo lo digo y escribo sin tapujos. El proyecto consiste en utilizar el CO2 que emiten las industrias de la zona para alimentar un cultivo de microalgas y luego transformarlas en petróleo mediante un proceso químico que dura solo unos días. Es una hazaña encomiable teniendo en cuenta que la naturaleza ha tardado millones de años en producir el petróleo que encontramos en ella. Pues bien, este "biopetróleo" no es un producto natural sino artificial y sin embargo, en el caso de que fuera rentable, convertiría el petróleo en una fuente de energía renovable y sostenible, dado que recoge de la atmósfera el COque luego emitiría con su combustión. 


     En resumen: ni lo natural es necesariamente bueno o saludable, ni lo artificial malo (¡viva el goretex!) pero sobretodo quiero decir que la química está en todas partes, en el laboratorio, en la cocina, dentro de una célula, en el Sol... en todas partes. No tiene sentido decir "si me duele la cabeza me tomo una infusión porque a mí no me gusta tomar producos químicos" porque hay tanta química en la infusión como en una pastilla de ibuprofeno.


     En la imagen la cala de los muertos en Carboneras, una de mis playas favoritas, como siempre dentro del Parque Natural de Cabo de Gata.

viernes, 11 de noviembre de 2011

La mostaza y la disminución de las vocaciones científicas.

 
     Ayer estaba comiendo con mi padre. Me pidió que le pasara el bote de mostaza "pero la casera, no la otra" Obedecí no sin antes hacer algo a lo que tendemos en general los químicos: leer la etiqueta. El primer ingrediente de la mostaza es semillas de mostaza. Así que ayer me fui a la cama sabiendo algo nuevo: Mostaza es también el nombre de una planta.

Mostassa borda - Mostaza silvestre (Sinapis arvensis) 5

     ¿Por qué no me había preguntado antes de qué está hecha la mostaza? Se como se hace la mayonesa y el tomate frito, pero en realidad tampoco lo se porque me lo haya preguntado, simplemente lo he visto hacer en casa.

     Es algo que está cambiando exageradamente de generación en generación. Por ejemplo, mi madre no solo ha visto más cocina a lo largo de su infancia que yo, sino que incluso su abuela Andrea sacrificaba animales en casa por navidad. Yo nunca he visto un espectáculo semejante, pero como tengo la suerte de ser hija de cazador, le he quitado las vísceras y he despellejado una cantidad considerable de conejos, perdices y codornices, cosa que dudo mucho que mi sobrina Olivia vaya a hacer en su santa vida.

     En el ensayo "La razón estrangulada" Carlos Elías habla de la influencia de este tipo de cosas en el interés por la ciencia. Antes íbamos a la carnicería y con suerte veíamos medio cerdo colgado de un gancho, o en la charcutería veías como cortaban el embutido. Hoy en día un niño ve como en el mercadona cogemos una bandeja de salchichón, y unas patatas ya peladas y perfectamente cortadas. Y ese niño no sabe, ni se pregunta, si la patata ha salido de la tierra, de un arbusto o de un árbol, o qué es exactamente el salchichón. Es algo que antes se veía porque tus abuelos o tus primos tenían un cortijo donde se hacían matanzas y había un huerto.

     Pero el ejemplo más claro es el de la tecnología. Recuerdo cuando mi padre compró un FAX. Puede que los más jóvenes no sepan que es un invento mucho más antiguo que los ordenadores. Cuando en tu cabeza no existe el concepto de email, sms, o internet es difícil entender que la copia de un documento pueda teletransportarse. Yo estaba completamente alucinada con el invento. Sencillamente no me cabía en la cabeza. Seguramente algo parecido le pasó a mi bisabuela con la lavadora o la televisión, o a mi tatarabuelo con la nevera o el teléfono. Pero cuando has vivido toda tu vida con un aparato no te preguntas como funciona. Yo nunca me pregunté ¿cómo funcionará una nevera? Sin embargo, mi hermana Isa, que es ingeniero industrial, me lo explicó cuando lo estudió en la carrera y me pareció absolutamente genial.

     ¿Sabes como funciona una nevera? ¿una fotocopiadora? ¿una cámara de fotos? ¿la televisión? ¿un micrófono? ¿el teléfono? ¿el canal de Isabel II? ¿te lo has preguntado alguna vez? ¿existían cuando naciste?

     Seguramente si viene una persona de una tribu africana y ve por primera vez salir agua de un grifo, te haga un millón de preguntas. Y seguramente los que pertenecemos a esa generación que ha vivido antes y después de los ordenadores, los móviles e internet, al menos nos hayamos preguntado como es posible semejante cosa. Pero señores, las preguntas hay que hacerlas en voz alta.

     Las vocaciones científicas están disminuyendo en occidente, y aumentando en países como China. Y esto no es ninguna tontería. No se van a convertir en la primera potencia mundial (sino lo son ya) por casualidad. De esta crisis tenemos que aprender que la economía no puede basarse en el consumo, sino en el desarrollo. Y el desarrollo se basa en la ciencia.

     No podemos permitir que la generación que nos sigue piense que la pantalla táctil del iPhone es algo salido de una película de Harry Potter, que crean que las patatas crecen en los árboles o que no sepan que es la morcilla. Es importante provocar inquietud donde hay ignorancia y si para esto ayuda llevar a los niños al campo, que pasen el verano en una granja escuela o que vuelvan a emitir el programa "Erase una vez..." (si puede ser a base de quitar el programa de Bob Esponja), a mí me gusta tanto el remedio como el resultado del mismo.