lunes, 3 de octubre de 2011

Creatividad y rutina.

   
     En el curso de habilidades directivas que hice el curso pasado en la Universidad Francisco de Vitoria hablamos largamente sobre dos cosas: una fue la empatía. Otra la creatividad.

     ¿Qué es la creatividad? Para mí es la facilidad de una persona para solucionar un problema de una forma que no está establecida. Voy a poner un ejemplo que me gusta muchísimo. Cuando abrió la primera tienda de IKEA en Estocolmo, era tal la expectación que pronto había más gente queriendo entrar en la tienda de la que permitía albergar el espacio de la misma, así que en ese momento a alguien se le ocurrió abrir también el almacén, y tener así más metros cuadrados disponibles y que pudiera entrar todo el mundo. Cuando llevaban varios días así se dieron cuenta de que la gente acogía bien el hecho de recoger los muebles del almacén. Todos sabemos bien cuál es la consecuencia de este hecho.

     Mi profesor de creatividad era un zumbado llamado Carlos Luna. Ponía música en clase continuamente y nos hacía bailar, cantar y gritar. Un día dijo que levantaran la mano las personas que se habían sentado en el mismo sitio todos los días del curso. Seríamos unos 17 y levantaron la mano unos 9. ¿Por qué? ¿Venís siempre a la Universidad por el mismo camino? ¿Y a trabajar? ¿Os sentáis siempre a comer en el mismo sitio en casa?

     La creatividad tiene dos enemigos principales. Uno es la rutina. Todos sabemos que cuando nos vamos de viaje se nos ocurren siempre cosas nuevas. Vale que no podemos estar todos los fines de semana cogiendo un avión, pero sentarse en clase al lado de una persona distinta, o cambiar la ruta por la que paseamos al perro, es bien sencillo. El otro enemigo somos nosotros mismos, esa vocecita que, cuando se te ocurre una idea, te dice "noooo, no lo digas, eso es nuevo, no lo van a aceptar..." El profesor nos demostró esto con un ejercicio muy sencillo. Consistía en que él decía un adjetivo y nosotros decíamos una palabra que nos viniera a la mente. Él dijo: "Blando" La gente empezó a decir "Nube" "Chicle" "Algodón"... En esa tesitura lo único que me venía a la cabeza era "Platero" Me decía yo a mí misma: "¿Cómo vas a ser tan cursi y redicha como para decir "Platero"? Anda que ya te vale, ya puedes pensar otra palabra..." Pero no quería repetir, así que me llegó el turno y dije ¡Platero! (porque por supuesto había que decirlo gritando) Al terminar el ejercicio Luna dijo "Que levante la mano el que haya oído al asesino de la creatividad que todos tenemos dentro y haya tenido que luchar contra él para hablar" El resultado fue aplastante. Todos lo habíamos hecho. Todos habíamos tenido miedo de... de decir una palabra que nos sugiriera el adjetivo "blando" en una clase de creatividad. Todavía hoy pienso "¿Cómo tuve el valor de decir semejante chorrada?" Por lo menos mi asesino de la creatividad no pudo conmigo. No escuchéis tampoco al vuestro.

     Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos.

5 comentarios:

  1. Carlos Luna18:34

    Yo no soy ningún zumbado. Me encanta cocinar, lalalalala...

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  2. También decía Luna que en las entrevistas de trabajo, si te preguntan aficiones hay que decir siempre eso, que TE ENCANTA COCINAR. Da la sensación de que eres una persona centrada y a la vez creativa.

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    1. Hola María,
      Pero eso de lo de te encanta cocinar, lo comenté en la clase de marketing personal,no? pero era más bien por el argumentario de ventas personal...

      en fin espero que vaya todo bien...

      Sludos!
      LUNA

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  3. hola!!
    me alegra que algo te tocara de mi sesión!!
    y de que vayas reconociendo esos asesinos y poniéndoles freno!!

    y si...algo zumbado estoy!!

    Saludos creativos!
    Luna

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    1. ¡Hombre Luna! Que bien que hayas encontrado este post. Para que veas que nos quedamos con la idea. Nos lo pasamos muy bien en aquel curso, la verdad. Espero que vaya todo bien. Saludos!

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